lunes, 13 de septiembre de 2010

Un candidato kelembu aporta humor a la política en el Este



Por Andrés Colmán Gutiérrez
CIUDAD DEL ESTE

Los pintorescos carteles aparecieron en las principales calles de Ciudad del Este. Un hombre descalzo, de aspecto popular, camisa y pantalones arremangados, sombrero pirí, sonriendo con un gesto pícaro, junto a la leyenda: “Kelembu intendente CDE”.
Muchos creyeron que se trataba de una broma, de una promoción comercial o de algún espectáculo cómico. Pero al ver al mismo hombre de la foto repartiendo volantes en la vía pública, entendieron que era, en todo caso, un candidato peculiar en el escenario de la política esteña.
“¿Mba’eteko? Soy Kelembu, candidato a intendente de Ciudad del Este. No prometo milagros. Es más, no tengo experiencia de cómo administrar una Municipalidad, pero prometo escuchar tu reclamo, no esconderme de vos, no jugar ni aprovecharme de tu necesidad, administrar bien tu dinero con transparencia y reinvertirlo en lo que más necesitás y todos necesitamos”, pregona Celso Miranda, en su acción proselitista “cara a cara”.
Casi nadie le llama por su verdadero nombre. “El apodo Kelembu me lo puso la gente en la campaña anterior, cuando me veían recorrer los barrios en un carrito tirado a caballos, tipo karumbé. ‘¡Koa la ñane candidato kelembú hina!’, me gritaban. Ahora ya todos me identifican así, y la gente vibra, los niños hacen fiesta cuando me ven en los barrios”, destaca.
Kelembu se traduce del guaraní popular como “algo poco serio”, pero Miranda asegura que para él no es un apodo despectivo, y lo lleva con orgullo “porque representa al pueblo, a la gente trabajadora y sencilla, a esa mayoría a la que los políticos solo tienen en cuenta a la hora de pedirle su voto y después se olvidan. Yo no voy a olvidar, porque soy un kelembu, como la mayoría”.

ORIGEN HUMILDE. Miranda nació en CDE, en el seno de una familia muy pobre. “A temprana edad quedé huérfano de padre y tuve que salir a trabajar como lustrabotas, canillita, chipero, limpia coches, y ambulante vendiendo linternitas, yo-yo luminoso, la pomadita china conocida como ‘levanta pau’, camisiña musical y finalmente me hice mesitero, para mantener a mi mamá viuda y mis hermanitos”, cuenta el candidato, con su peculiar lenguaje popular fronterizo.
Se convirtió en empresario y hoy es dueño de una de los locales más conocidos en el ramo de la venta y representación de productos de informática. “Que hoy me vaya bien no significa olvidarme de la gente que necesita, por eso quiero ser intendente, para darles mejores oportunidades a mis conciudadanos más humildes”, alega.
Kelembu es Colorado, pero dice estar desencantado de los dirigentes de su partido, por eso creó un movimiento ciudadano independiente, denominado Oportunidad para Todos (OPT). Tiene una larga experiencia como dirigente vecinal en su barrio, Emiliano R. Fernandez, uno de los más populosos y humildes de CDE. “Estoy acostumbrado a trabajar con la gente, codo a codo, para solucionar problemas cotidianos como la falta de agua, el empedrado de una calle o la construcción de una plaza. No se necesita ser un gran doctor para conocer lo que el pueblo necesita”, destaca, aunque asegura que si llega a la intendencia recibirá y dará curso a todas las propuestas técnicas que sean socialmente viables.
Aunque muchos ven su candidatura más bien como una opción testimonial y pintoresca, que le aporta humor a la política esteña, Kelembú cree que tiene chances de ganar. “Cuando empezamos, las encuestas nos daban menos de un 2% de intención de votos, ahora ya tenemos cerca de 16%, y creo que seguimos creciendo, con una campaña que se hace a pulso, en la calle, puerta por puerta. La gente necesita una opción distinta”, asegura.

lunes, 6 de septiembre de 2010

49 jóvenes paraguayos estudian para integrar a América Latina



Llegados a la Triple Frontera desde diferentes sitios del Paraguay, integran junto a brasileños, argentinos y uruguayos el primer grupo de alumnos de la Universidad creada por Lula para formar a los futuros líderes de América Latina.

Por Andrés Colmán Gutiérrez
FOZ DE YGUAZÚ, BRASIL

Llevan apenas veinte días conviviendo juntos y aseguran que ya extrañan “un montón” la sopa paraguaya y el cálido abrazo de mamá, pero no se arrepienten de haber dejado todo para venir aquí a estudiar. Saben que están protagonizando un hecho histórico: ser los “conejillos de india” de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (Unila), creada e inaugurada esta semana por el presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva para formar a los futuros líderes del continente.
Es viernes a la noche y el enviado de Última Hora ha logrado juntar a 21 de los 49 jóvenes estudiantes paraguayos en el comedor del Hotel Salvatin Campestre, en las afueras de Foz de Yguazú, donde se hospeda la mayoría de los 230 estudiantes de Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay, que hasta ahora forman la primera camada de la Unila, o la “turma histórica (grupo histórico)” como ellos lo llaman, en una rápida apropiación del portugués fronterizo.
“A esta hora varios compañeros están dando clases todavía y otros están viajando al Paraguay, aprovechando el fin de semana para visitar a la familia. Dentro de poco ya no vamos a poder hacerlo, porque cada vez tenemos más actividades académicas”, dice Natalia Portillo Mereles, 19, de Villa Elisa, alumna de la carrera Relaciones Internacionales e Integración, quien gentilmente ayudó a convocar a sus compañeros para lograr la entrevista.
El lugar es un típico albergue juvenil, con mucho espacio verde y barracas tipo cabaña, poblado de risas y algarabía juvenil. En la sala de recepción, varios jóvenes revisan su mails y conversan en una mezcla de idiomas y acentos distintos: portugués, español en su diversas variantes mercosurianas y el infaltable guaraní.

HISTORIA. “Soy el primero que llegó aquí y tuve que abandonar el primer curso de Historia en la Universidad Nacional del Este (Une) porque ya no podía pagar los gastos. En Paraguay la universidad es excluyente para los pobres, y la Nacional que supuestamente es gratuita, sale más caro que una privada. Cuando me enteré de este proyecto, me inscribí, fui seleccionado y aquí estoy”, cuenta Rafael Portillo, 28, de Presidente Franco.
Nadia Ruiz, 23, de San Lorenzo, en cambio se enteró por el Facebook, la red social en internet. “Fue todo muy rápido. Presenté mi carpeta y a los dos días ya me avisaron de que fui seleccionada, en una semana ya estaba viajando a Foz. La experiencia es increíble. Esta es una Universidad totalmente distinta. Aquí no hay Medicina, no hay Derecho, son carreras totalmente innovadoras, que apuntan a lo que nuestros países requieren de cara a la integración y el desarrollo, de cara al futuro”, cuenta la joven.
“Cuando llegamos aquí no teníamos plena conciencia de lo que estábamos viviendo, pero hoy vemos que somos protagonistas de un acontecimiento histórico. Vamos a ser los primeros egresados de una Universidad totalmente nueva, que trasciende las fronteras, y que apunta a formar técnicos y dirigentes para hacer posible el sueño de Bolívar y de tantos próceres: construir la unidad latinoamericana”, dice Natalia Portillo Mereles.
Las carreras iniciales habilitadas por la Unila son seis: Ciencias Biológicas, Ciencias Económicas, Ciencias Políticas y Sociología, Ingeniería de Energías Renovables, Ingeniería civil de Infraestructuras
Relaciones internacionales e Integración. Las aulas se dictan en el Parque Tecnológico de Itaipú (PTI), en el lado brasileño de la propiedad de la usina binacional, pero próximamente se iniciará la construcción del campus propio, en un predio de 38 hectáreas, en base a un proyecto diseñado por el célebre arquitecto brasileño Oscar Niemayer.

ABRAZO DE CULTURAS. “De solo estar aquí, ya se nos abre la mente. Estamos descubriendo las riquezas de nuestra identidad cultural, y las de nuestros pueblos hermanos. Con quienes más nos damos es con los uruguayos, que están aprendiendo a hablar guaraní y a tomar tereré”, dice Santiago Zaracho, 23, de Luque.
“Los paraguayos mismos muy diversos. Aquí hay gente del campo, de la ciudad, de la frontera, con culturas muy distintas, pero nos sentimos muy unidos, no hubo hasta ahora una sola pelea o discusión fuerte entre nosotros. Y estando aquí, sentimos que amamos mucho más a nuestro país y no le queremos fallar. Queremos hacer algo grande por el Paraguay”, destaca Larissa Patiño, 18, de Quiindy, alumna de Ingeniería de Recursos Renovables.
Es imposible capturar tantas animadas palabras en tan pocas líneas, pero al menos es justo nombrar a los 21 jóvenes compatriotas que compartieron una noche de sueños e ideales, de proyectos personales y colectivos: Rafael Portillo, Fredy José Bordón, Cristian Ariel Flecha, Nadia Ruiz, Eduardo Carrillo, Pablo Orué, Carlos Giménez, Natalia Portillo Mereles, Santiago Zaracho, Larissa Sosa, Bruno Sosa, Daniel Valdez, Larissa Patiño, Maura Turró, Pamela Vázquez, Camila Flores,
Marco Domínguez, Yesica Honorato, Joel Pereira, Kadia Peralta y Eusebia Zorrilla.
Allí están todos, sonrientes y abrazados para la foto, envueltos en una ajada bandera tricolor que los acompaña a todos lados, y hoy tiene para ellos un significado distinto: son la semilla de un Paraguay que quiere crecer integrado a sus países hermanos.

FALTA APOYO. “Mientras a nuestros compañeros brasileños, uruguayos y argentinos su Gobierno les paga el pasaje y les asesora en todo para obtener sus documentaciones en regla, nosotros nos sentimos un poco abandonados por nuestras autoridades paraguayas”, relata Nadia Ruiz, alumna de Relaciones Internacionales.
Nadia fue la elegida por sus demás compañeros paraguayos para hablar durante el acto inaugural del pasado jueves, en presencia del presidente Lula da Silva, junto a otras tres representantes de los demás países, y fue abrazada y felicitada por el mandatario brasileño por su emotivo discurso. “El ministro brasileño de educación, Fernando Haddad, vino a conversar largamente con nosotros en el salón VIP, antes del acto, a preguntarnos qué necesitábamos. Cuando supo que yo era paraguaya, me dijo: allí está el ministro de educación de tu país, Luis Alberto Riart, le voy a llamar para que hable contigo. Riart vino, me dijo ‘Hola que tal’ y se fue otra vez, muy seco y cortante, sin mostrar ningún interés por como estábamos”, reclama Nadia.
Los estudiantes se encontraron con varias dificultades para actualizar sus documentos de permanencia en Brasil, y tuvieron que recurrir al Cónsul paraguayo en Foz, Eligio Benítez, quien se mostró extrañado de que las autoridades del Ministerio de Educación no le habían avisado que ellos ya estaban llegando a la ciudad brasileña, y que podían requerir asistencia y asesoramiento.
“El cónsul prometió ayudarnos a realizar nuestras gestiones, pero duele un poco sentir a nuestro Gobierno tan ausente, mientras los de otros países están muy presentes. Eso es algo que tenemos que cambiar, si de veras queremos la integración”, sostiene Nadia.
Hasta ahora, el Paraguay es el único de los cuatro países participantes de la Unila que no ha enviado profesores para impartir enseñanzas, aunque está previsto que se sumen desde el año próximo.